Siempre me he preguntado qué nos empuja una y otra vez a coger la mochila para salir de nuevo al camino. Como si no tuviéramos bastante. ¿Porqué cada día comenzamos a andar como si nos esperase una nueva meta? y cuando llegamos hay que volver a empezar. Y nunca se llega, siempre hay algo más allá que nos espera.
Pasar por el solsticio de verano en Galicia no es como siempre, un año más. Hay algo especial en el verde, en el cielo, en el mar, en las piedras y en la puesta de sol. La bahía de Orzan es un lugar mágico para ver llegar el nuevo año que empieza con el fuego de la noche de San Juan. Quemar lo viejo y rogar por lo nuevo, volver a empezar, como el camino. Una nueva oportunidad para peregrinar en busca de lo que no hemos alcanzado, o ya hemos perdido.
Esta vez llegar a Finesterrae no fue una meta, sino un comienzo. Viajar allá, al fin de la Tierra, para escuchar en concierto a la Coral Harmonia Polifònica de València junto a sus anfitriones, la Coral Polifónica Coruñesa Canticorum de A Coruña, celebrando la X edición del CantaTorre, significa cerrar un ciclo para comenzar de nuevo. Dicen que siempre hay un antes y un después de cada acontecimiento. Y escuchar éste concierto lo fue.
La vida de una coral se nutre de algo más que su música. Es convivencia, camaradería, risas, amistad, ilusiones compartidas que se funden con el deseo de seguir creciendo. Aquí dejo el testimonio de lo que vi al pasar, viajando con un grupo de amigos por Galicia para cantar durante el solsticio de verano.n