La Vela llatina a l’escola, escola de vida
El pasado mes de Noviembre recibí mi primer premio de Fotografía. No solo me otorgaron una distinción y una dotación económica. Fué también un honor, y el punto de inflexión que me ha hecho repensar el significado que en adelante le debo dar a esto de hacer fotos. Algo que hasta ahora era sólo un juego para abuelita jubilada. De pronto mi pasatiempo cobró sentido y cierto valor para otras personas. Sin saber qué hacer con mis fotos he llegado hasta aquí, a las puertas de mi sitio web con la intención de compartir en la red mis experiencias como aprendiza fotógrafa, en contínua búsqueda de emociones a través de las imágenes. Al Port y sus gentes les debo no sólo este premio, sino mucho más que no se explicar.
¿Por qué me quedé en el Port de Catarroja durante los últimos cuatro años? Porque su belleza como paisaje suma la calidad y calidez especial de unas gentes que vibran con pasión por todo lo que se relaciona con la Albufera. Y eso también me pasaba a mi desde hace mucho tiempo, así que encontré de forma inesperada un caldo de cultivo donde crecer. Y eché raices.
Uno de los espacios que mejor definen a Catarroja es su puerto de pesca artesanal en La Albuera y su vinculación histórica con el popularmente conocido como Barrio de les Barraques. La pesca milenaria en el lago es seguramente el origen del núcleo poblacional que hoy conocemos como Catarroja.
A lo largo del Camí del Port, del Canal y la marjal, nos llegan los ecos de pescadores y agricultores que generación tras generación han empapado la tierra, hasta convertirla en el soporte de lo que hoy es y mañana será este pueblo. Las tradiciones y las historias que cuentan los abuelos, unidos a nuestros aprendizajes, son los materiales con los que tejemos el presente para afrontar el futuro.
Porque el Port es un nudo en el que quedan atadas gentes diversas, unidas por el paisaje impactante de la laguna y sus marjales, por la naturaleza vibrante, llena de vida, de los campos de arroz. Y por la belleza sosegada de las velas latinas de sus pescadores. La Escola de Vela Llatina del Port de Catarroja es un punto de fusión entre los de aquí y los de fuera, los que conocemos de siempre y los que vienen a conocernos. Fué un proyecto que nació como un salto al vacío y que se va perfilando como una seria contribución al desarrollo y cohesión de la sociedad, uniendo pasado presente y futuro.
Las cinco piezas presentadas al concurso con el lema «La Vela llatina a l’escola, escola de vida» forman parte de un fondo de fotografías tomadas a lo largo de los cuatro últimos años durante las clases de la escuela del Port, que son un documento exhaustivo, profundo y conmovedor del proceso de crecimiento de un sueño hecho realidad. Algún día ese pequeño trozo de la historia reciente de Catarroja quizás pueda darse al público como un libro documental de fotografía, para seguir guardando memoria de la pasión y trabajo que tanto catarrogins como gente que ha llegado hace poco, siguen poniendo para mantener el entorno de la Albufera.