Navegar a vela latina por la Albufera de Valencia es entrar en un espacio inhabitado.

Se puede escuchar el silencio de los que ya no están y si miras a través del blanco brillante de las velas, una fuerza extraña te empuja fuera del tiempo.

Es lo más parecido a flotar entre las nubes y sus reflejos, con el alma convertida en brisa.

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