En Noviembre de 2018 me fue otorgado el primer premio del II Concurso de Fotografía Ciudad de Catarroja, bajo el lema «Catarroja, horta, marjal i albufera». Además de ser un honor, me produjo el impacto emocional suficiente para hacer necesaria una reflexión seria sobre el significado de mis aprendizajes en la Fotografía, más allá de la pura diversión.
En esos días conocí a Xavier Ribas en su laboratorio «Desplazamientos, desorientaciones, desarraigos», en Bombas Gens. Luego Amparo Muñoz Morella me llevó a su taller «Autoconocimiento a través de la Fotografía» y poco después Francisco Llop presentó su libro «Habitario».
Las cosas no pasan por casualidad. Estos eventos, aparentemente inconexos, coincidieron en un momento de búsqueda para trazar mi camino de exploración a través de las imágenes: las que busco con mi cámara y las que los demás me ofrecen.
Tengo la clara conciencia de que tiempo y espacio no existen más que en la fantasía de los humanos. La única realidad es la luz y las sombras, y las imágenes que ambas proyectan en nuestro subconsciente.
Los llamados espacios inhabitados, la España vaciada, el molde hueco que no contiene su forma, la impresión en el negativo de una foto… Todo lo que ya no está impone su presencia justamente con su ausencia.
En medio de la confusión, una cámara puede ser la tabla a la que agarrarse para flotar sobre el caos. Y fotografiar puede ser el trabajo necesario para organizarse y seguir adelante.
Esta web es la forma de compartir mi proceso de aprendizaje
y agradecer a las personas que me enseñan a ser fotógrafa.
El viaje a través de la la luz, las sombras, los colores y los brillos sigue su curso.
Una cámara me sigue ayudando a flotar sobre el caos.
